Como
cada mes de julio, algún fin de semana me alargan la cuerda y puedo gastar los
puntos hogar en una buena ruta por la sierra. Este año ha tocado pronto, aunque
la poca planificación ha hecho que tenga que hacerla solo, cosa a la que por
otra parte ya estoy acostumbrado y que no es lo mejor, y menos en rutas como
esta en la que hay piedras por todas partes.
Los
38 grados previstos para Madrid también me empujaban a subir lo más alto que
pudiera, es una suerte tener a apenas 50 kilómetros y comunicado por tren una
zona en la que hace siempre 10ºC menos que en la capital.
El
caso es que a las 8:10 de la mañana estaba ya en el andén de la estación de
tren esperando que diera la hora de comenzar el viaje.
El
vagón iba bastante lleno, había ya varios ciclistas y me tocó llevar la
bicicleta sujeta porque no había ningún sitio donde dejarla, al menos pude ir
sentado, cosa que no pueden decir los siguientes ciclistas que montaron en
paradas posteriores, no había visto el tren con tanta bicicleta nunca, por lo
menos íbamos una docena en el mismo vagón. Es curioso, el fin de semana
anterior iba el vagón de este mismo tren casi vacío y una semana después apenas
cabíamos todos.
Sin
ningún incidente aparte de alguna señora enfadada con tanta bici, llegamos a
Cercedilla. Esta vez como iba solo no me demoré en el inicio de la subida, si
pensaba subir a la Bola del mundo convenía llegar cuanto antes, que esa subida
se puede torcer en cualquier momento y cuanto más margen tengas mejor.
La
subida a la Fuenfría la hice a muy buen ritmo, sin parar ni siquiera en el
mirador de los poetas, lo tengo ya muy visto y había subido la semana pasada.
El
no esperar al llegar el tren y no hacer paradas hizo que durante la subida no
me encontrara demasiada gente y a diferencia de la semana pasada, no me
adelantó ninguno. Lo mismo acabo pagando este esfuerzo al final, pero la verdad
es que esta subida a fuerza de tanto hacerla se me va haciendo bastante
asequible.
No
paro ni en la cumbre, y bajo directamente a la fuente, mucho más fresco, con
césped y con la fuente ahí.
Cuando
llego hay unos caminantes flipando con la bicicleta que tenía el ciclista que
estaba cogiendo agua, la lefty es lo que tiene, como alguien se de cuenta del
“detalle” de tener una sola pata la pregunta o el comentario acerca de lo llamativo
o de si está rota no falta. Desde luego, aparte del buen funcionamiento que
dicen que tiene, este es un claro factor diferenciador.
Después
descansar un rato, coger fuerza con el primero de los sándwiches y rellenar los
bidones con el agua fresca de la fuente, seguí rumbo al Carril del Gallo. Con
este camino tengo sentimientos encontrados, la primera vez lo hice en sentido
de subida y me pareció un auténtico infierno, estuve pensando en algunos tramos
en bajar a Segovia y volver en tren por no continuar con una subida que tenía
que hacer casi todo el tiempo andando, de lo que tampoco me veía muy capaz
después de llevar 6 o 7 horas de ruta.
Pero
el año pasado lo hice en sentido bajada y me pareció una gozada, lo bajé del
tirón sin poner casi pie a tierra y la verdad es que el paisaje y los senderos
son de lo mejor que he hecho en rutas ciclistas.
La
cosa es que el año pasado debía estar especialmente hábil con las bajadas,
porque este año me tuve que bajar en varios sitios y no disfruté tanto de la
bajada. Otra opción es pensar que la primavera tan lluviosa que hemos tenido lo
ha dejado todo hecho una broza y por eso es tan complicado. El caso es que
llegué abajo, dos revueltas de bajada en la carretera del puerto y comienzo de
la subida a Cotos. También tengo del año pasado una buena sensación de esta
subida, un gran descubrimiento también, sobre todo la llegada a Cotos.
El
caso es que mi intención era subir del tirón, sin prisas pero sin pausas, hasta
arriba, por lo menos hasta la parte final donde el camino se convierte casi en
una torrentera llena de agua que dificulta enormemente la circulación ciclista.
Pero
este sábado no iba, el invierno perruno que he tenido, sin ir a correr, sin
grandes palizas de bici ni nada está pasando factura y estoy bastante peor que
el verano pasado, el caso es que casi al final tuve que pararme y descansar.
Esta
subida ya la he descrito en alguna que otra crónica de ruta, es una maravilla,
pinos altos típicos de la zona, los famosos pinares de Valsaín que me recuerdan
los pinares de Soria, bastante mejores que estos, en lo que tantas veces he
estado y que algún día tendré que recorrer en bicicleta con mis hijos, porque
varios días por ahí yo solo me parece que no va a ser posible, así que esto
quedará para dentro de 10 años.
El
caso es que llegué arriba, barrita de cereales y unas de algo parecido al
membrillo que compré en Decathlon, están bastante ricas y por lo dulces que
están y el azúcar que tienen, deben meter un buen chute de energía, que sin
duda la voy a necesitar para el próximo objetivo. La bola del Mundo.
Tras
unas amables palabras con la señora que se quejaba de las bicis en el tren, a
los que ahora tildaba de gilipollas argumentando que el país que teníamos tan
bueno era gracias a ella y los de su generación. Probablemente todos mis amigos
y familiares de los que el más cercano está en Dinamarca buscando trabajo
piensen lo mismo acerca del maravilloso país que habitamos o habitaban.
Cojo
la bici y por carretera rumbo al puerto de Navacerrada. Por el camino me encontré
una fuente y no me pude resistir a probar el agua, aunque esta tenía tuberías y
todo, pero me supo riquísima también.
Llegué
a la base de la pista que sube a la bola y por última vez me pensé seriamente
si subir, pero había venido a eso y no iba a volverme al tren a las 2 de la
tarde, así que para arriba, directamente plato pequeño y segundo piñón, por si
se complicaba más todavía, siempre hay que tener una reserva aunque sea
pequeña. Esta vez iba a subir toda la pista en bici, lo que no quiere decir que
del tirón.
El
principio fue duro, esto estaba muy empinado y empezaba a dolerme todo, pero
había que llegar. Seguí para arriba tratando de recordar las dos curvas en las
que me tuve que bajar el año pasado. No conseguí recordarlo, pero cuando avisté
las antenas vi que ese punto lo había pasado, hora de tomarse un respiro para
llegar hasta arriba. Las vistas eran espectaculares. Abajo se veía y se oía a
un grupo de niños que habían subido al puerto de excursión. Por mi parte, el
vientecillo fresco daba ganas de quedarse allí a pasar el día y la noche,
parece mentira que pueda haber tanta diferencia de temperatura en tan poco
espacio, mientras en Madrid estábamos a la puerta del infierno por la parte de
dentro, aquí se estaba de maravilla y compensaba el esfuerzo hecho para llegar
hasta allí.
Después
de unos minutos, cogí la bici y continué hasta arriba. No recordaba tan dura la
última parte, se ve que la niebla que había la última vez que subí me impidió
ser consciente de lo que estaba subiendo, pero esta vez me estaba pareciendo de
la parte más dura, no quería ni mirar el GPS para ver la velocidad que llevaba,
que sin duda no llegaría a los 5 kilómetros por hora.
Por
fin llegué arriba, mi estado era lamentable, estaba supercansado, me dolía el
culo, la rodilla, los tendones de detrás de las rodillas, demasiado esfuerzo
para mi.
Ahora
tocaba comerme el bocadillo que me quedaba y beber agua, descansar, que para la
bajada a Cercedilla convenía estar más o menos fresco o el sendero que va
paralelo al Camino del Calvario se podía hacer hasta peligroso si no ibas muy
atento.
La
bajada de la bola es increíble, parece que en algunos tramos no puedas ni parar
la bicicleta de la inclinación que hay, los brazos se me cargaron muchísimo, y
al cansancio general se unió el esfuerzo de brazos y cuello. Total, que cuando
llegué al puerto me plantee otra vez si merecía la pena bajar por el camino
complicado, pero otra vez el recuerdo del año pasado, cuando bajaba casi por
cualquier sitio, pudo con la cabeza y me fui por el senderito. Ya desde el
principio aquello no era lo que esperaba, casi en cada dificultad echaba pie a
tierra y en los puntos en los que intentaba no bajarme veía el tortazo más
cerca de lo debido. Así hasta que en una zona aparentemente fácil, el pedal dio
con algo y salí rebotado hacia el cauce del río. Bajé el talud de unos dos
metros de altura a rastras enganchado a la bici y acabé con un pie en el agua y
la bici en medio del riachuelo, de esta no sale mi cuadro de carbono. El caso
es que sin poner el otro pie en el agua no era capaz de subir la bici al camino
y subir yo, así que al final todos los pies empapados. Ahora tocaba revisión de
daños. En mi parece que solo había sido un rasguño en el brazo, pero estaba
lleno de polvo, así que me tocó meter el brazo en el río para limpiar aquello
un poco, como escocía el arañazo, lo mismo era más profundo de lo que parecía,
pero no sangraba demasiado.
Así
llegué hasta abajo, ahora tocaba tomarse una jarrita de cerveza con limón
sentadito en una terracita, menuda imagen más lamentable, un tío solo, arañado
y hecho una broza, sentado en una terraza con la bici al lado y metiéndose
medio litro de birra para el cuerpo. Pero eso es de los mayores placeres de
montar en bici, la cerveza después del ejercicio, fresquita después de haber
pasado medio día al sol sudando como un gorrino entra como la seda. Así que no
me tomé una, sino dos, y aprovechando que había tiempo me pedí también un
bocata de calamares, que no era cuestión de llegar con hambre a casa.
Y
de ahí al tren, pasando por un pinchazo que se debió hacer de estar la rueda al
sol.
Esto
fue todo, una buena ruta, exigente, tanto en lo físico, con tres subidas
importantes, como en lo técnico, con dos bajadas por encima de mi nivel y que
dieron con mi cuerpo serrano en el cauce de un riachuelo, para haber hecho unas
fotos. Algún día me gustaría bajar con una doble o una 29 por estos dos
senderos a ver si realmente hay diferencia o son solo tonterías para camuflar
la falta de habilidad del piloto.
Os
recomiendo esta ruta, cogiendo los trozos que mejor os parezcan, sobre todo
para los días de mucho calor, porque ahí arriba hace bastante más fresco que en
Madrid, y aprovechad para admirar los paisajes y recoger el olor a pino, que
eso si que es increíble.
No hay comentarios:
Publicar un comentario