Después
del verano y entre las excursiones largas y las vacaciones, la verdad es que
llevaba ya casi 3 meses sin pisar mi circuito de mountain bike particular. Han
sido 3 meses en los que he disfrutado de unas rutas con vistas magníficas,
paisajes espectaculares y retos ciclistas en forma de puertos que tan solo hace
un par de años no estaban a mi alcance pero que gracias a practicar
regularmente y esforzarme un poco he pasado decentemente.
Aunque
carece de largas subidas y sobre todo del verde que podemos encontrar en la
sierra, no me cansaré de repetir que un sitio como El Pardo es un lujo para los
amantes del ciclismo de montaña y que la gente que no conoce Madrid ni se
imagina que puedas salir de casa montado en la bici y en 10 minutos estar
rodando por un sitio así.
Esta
era la segunda salida de la temporada, la primera fue la Casa de Campo la
semana pasada, buen lugar para probar el estado de forma que nos ha dejado el
verano y el mes de inactividad, pero ya viendo que el nivel era aceptable,
decido darme una vuelta por estos montes que supongo que gracias a ser el coto
de caza del rey permanecen prácticamente inalterados, al menos en cuanto a
construcciones se refiere, permitiendo que podamos disfrutar en cualquier
momento de algún sendero divertido y alguna bajada con cierta dificultad
técnica (las hay bastante difíciles, pero no se bajarlas).
Como
siempre, la entrada la hago junto a la tapia del campo de golf, que tiempos en
los que esto era un descampado y algunos moteros podían practicar motocross,
ahora desde luego es algo más bonito de ver, aunque a cambio no lo podemos
disfrutar a no ser que juguemos al juego de los palitos. La cuesta es bastante
importante, como calentamiento no está nada mal, y hace que me plantee el por
qué me he levantado de la cama para montar en bici si podía estar durmiendo un
rato más, pero el ansia por probar mis nuevos frenos XT recién puestecitos ha
podido más que el sueño.
Al
acabar la subida me duele hasta la cabeza, paso por la primera de las bajadas y
solo de pensar en la subida posterior y el repecho final me hace desistir de
tirarme por ella, ya habrá días para volver a probar si soy capaz de subir
hasta arriba montado o el montículo final puede conmigo, hoy de momento he
decidido no despertarle y dejaremos el tema para otro finde.
La
que no perdono es la bajada de los peraltes, entre otras cosas porque no se
otro sitio por donde bajar, así que me tiro por la cuesta para hacerle el
primer examen a mis flamantes frenos, sabiendo, eso si, que las pastillas
necesitan cierto rodaje para rendir, pero la sorpresa es mayúscula, esto frena
de maravilla, una de dos, o antes llevaba una patata y cualquiera hubiera sido
una maravilla a su lado, que es probable, o estos frenos son mejor todavía de
lo que cuentan. No quiero ni pensar si en dos o tres días van a frenar todavía
más y mejor que ahora.
El
terreno está bastante roto, el verano ha pasado factura y aunque no ha habido
tormentas fuertes como el año pasado, hay bastante arena suelta y sobre todo
alguna zona con muchos baches, sobre todo el cuestón que hay un poco antes de
cruzar la carretera, está lleno de surcos y roderas que hacen que casi tenga
que poner pie a tierra. Por esta vez me ha librado, pero será un tónica general
a lo largo de la mañana el poner pie a tierra.
Al
llegar abajo del todo, la zona de arena de rio parece todavía más grande de lo
habitual, aún así consigo subir el repecho posterior, así que no debe ser mucho
más grande que antes del verano.
Ahora
toca la zona de respiro entre los pinos antes de afrontar la subida más dura de
las que conozco por aquí, poco antes de llegar a la gasolinera me desvío hacia
la derecha y afronto la subida que me llevará hasta la fuente de Valpalomeros
pasando por el poste de alta tensión y su terrible repecho. En algunas zonas la
arena hace muy dura la subida y gracias a que antes del verano jubilé mi plato
de 36 dientes y volví al de 32 he podido subir sin tener que poner el
molinillo, lo bueno es que parece que voy dejando atrás el sueño y la verdad
que me siento fuerte. Parada en la fuente, barrita de cereales y a por las
bajadas buenas.
En
la primera disfruto como un enano y me permite exprimir mis nuevos frenos al
máximo, gozando con su suavidad y la poca fuerza que hay que hacer sobre las
manetas para que la rueda se pare con la fuerza que desees en cada momento.
Esta
cuesta me ha dejado junto a la valla que delimita la zona cerrada para el
público. Aquí puedo observar un ciervo pastando tranquilamente, ya queda poco
para la berrea durante la cual las estampas de ciervos son bastante abundantes
en esta zona.
Subo
la cuesta que va paralela a la valla y nuevamente me encuentro bastante bien,
tampoco puedo decir si es que iba más despacio de lo habitual y por eso no me
fatigo mucho, pero la cuesta final con las raíces la sorteo con más o menos
facilidad sin tener que parar ahogado al llegar arriba como me ocurre otras
veces.
Ahora
toca la bajada por el mirador. Aquí empiezan los problemas. A media bajada hay
una bifurcación que a pesar de haber tomado como cientos de veces, todavía no
soy capaz de saber a dónde me lleva cada una de las dos opciones. Hoy cojo la
izquierda y resulta ser la que tiene el tramo complicado al final. Otras veces
no he tenido problemas, pero hoy hay mucho surco y a media bajada no se qué
hago pero me veo rodando cuesta abajo, así que antes de hacer la croqueta
suelto la bici y que ruede ella, que no tiene que sentarse en ningún sitio y se
puede manchar.
Termino
la bajada y afronto la subida por el lado izquierdo de la carretera, no me
acordaba que esta subida se me hacía tan larga, no es que sea especialmente
dura, pero siempre voy engañado pensando que es más corta de lo que realmente
es, y eso machaca más que los porcentajes en algunas ocasiones.
Desde
arriba, cruzo la carretera, voy a la fuente otra vez e inicio la bajada que me
dejará junto al puente de la vía del tren. Aquí hay dos opciones, bueno, tres.
Volver para casa sin subir, subir paralelo a la vía por un camino bastante duro
y subir hacia el Palacio de la Quinta. Descarto las dos primeras, en el medio
está la virtud, ni demasiada dureza ni volverse para casa. Empiezo la subida y
veo otros 3 ciclistas que suben por la carretera y me van pasando. Como un crío
me pico con ellos aprovechando que ellos no me ven y no puedo hacer el
ridículo, lo que me lleva a que en un momento dado en vez de mirar el camino
les miro a ellos y a rodar por el suelo. Esta vez no he podido abandonar a la
burra, menos mal que iba cuesta arriba y despacio y no me hago nada.
Una
vez en el bar, sigo la subida ya junto a la tapia camino a casa, es un tramo
duro, por la pendiente y por las raíces y surcos, pero también lo paso
aceptablemente.
Después
de esta subida no me puedo ir para casa por fuera de la tapia, así que busco el
club de tiro y bajo más o menos bordeándolo, con cuidado porque no sería la
primera vez que me confundo de camino y termino viendo caer alrededor
perdigones sueltos y hoy se oyen bastantes disparos, pero llego bien hasta
abajo.
Desde
aquí el camino es más o menos llano hasta llegar a la M40, la última subida
para superar uno de los túneles bastante menos transitado que los días
laborables y volver a la tapia del campo de golf.
Jornada
concluida, termino contento por lo que me han gustado los frenos y sobre todo
porque me he encontrado bastante bien. Últimamente estoy muy perezoso y me
cuesta un montón ir a nadar, coger la bici y no digamos correr, que todavía no
he ido desde hace más de 4 meses, pero las veces que me pruebo un poco
curiosamente el rendimiento no es malo, así que lo de nadar parece estar dando
sus frutos.
Un buen amigo se ha
comprado bici y parece que está haciendo casi todos los fines de semana rutas
bastante chulas, a ver si puedo acompañarle más de un día y este blog se
enriquecerá con las experiencias.